Capítulo 77 del libro II de los Comentarios sobre la sal de Gómez Miedes (1572-79)
El segundo lugar entre las sales marinas lo ocupa la sal que también surge espontáneamente del mar y del agua dulce. Ahora bien, ésta se produce mientras el mar está en efervescencia y se precipita con sus olas crecientes sobre los lagos más próximos y cercanos a la costa, cuyas aguas dulces estancadas, condimentadas con el agua del mar y solidificadas por la fuerza del sol que seca las orillas extremas del lago, producen este excelente género de sal.
De este tipo se encuentra en grandes proporciones en la isla de Ibiza del mar Balear (in Ebuso, insula Balearici maris), separada de tierra firme sesenta mil pasos[1] y situada enfrente del mismo cabo de Ferraria (que también se llama Hemeroscopion)[2]. En esta isla hay un lago muy extenso cercano al mar que se llena de agua marina con las olas que en invierno la inundan y, tan pronto como se empapa del rocío del cielo y de las sustancias inmundas que las aguas le limpian a la tierra, se solidifica por completo hasta el fondo en una especie de mola constante de sal, por así decirlo. Es tan inmensa, por ello, la cantidad de sal que se saca, que aquel lago con su sal puede condimentar en abundancia no sólo toda la costa de la Galia junto con la de Liguria, a las cuales se exporta, sino a Europa en general. Y cercanas a ésta desde oriente están también las islas Baleares, rebosantes en sales marinas y de cualquier otra especie, de las cuales la mayor abunda asombrosamente en el estimado aceite de sal, como he explicado[3].
Capítulo 51 del libro II de los Comentarios sobre la sal de Gómez Miedes (1572-79)
El aceite es fácil sacarlo de la sal si se agrega al betún. En efecto, hay quienes aseguran con muchísima razón que brota del mar como si fuera sudor en las estaciones templadas, como Aristóteles en sus Problemas (Pr. 933a20), lo cual es fácil descubrir para los que miran atentamente el mar. Lo cierto es que el color azulado del mar, oscuro y que da la impresión de betún líquido, e incluso la propia agua del mar que arde si se vierte sobre las llamas, indican con claridad que no es escasa la sustancia aceitosa que existe en el mar por causa de la salinidad, sustancia que se acopla con la sal hasta tal punto que la sal, mezclada con el aceite, lo incrementa.
Coincide con un experimento bastante claro que yo mismo probé más de una vez, cuando me consagraba a esta obra mía sobre la sal, despierto hasta muy entrada la noche y con «la sal»[4] siempre delante de mí, pues cuando echaba sal en lugar de aceite en la lámpara que estaba a punto de apagarse, cobraba tanta luz como si hubiera añadido aceite[5].
[1] Aproximadamente 89 kms., coincidiendo poco más o menos con la distancia actual, frente a los algo más de 128 kms. que presenta Plinio (PLIN.nat.III,11,76: Insulae per haec maria primae omnium Pityussae Graecis dictae a Frutice pineo, nunc Ebusus uocatur utraque ciuitate foederata, angusto freto interfluente: patent XLVI; absunt ab Dianio DCC stadia). Un paso equivalía a 1,472 mts. y 1 estadio a 125 pasos.
[2] Ferraria, nombre que algunos autores antiguos dan al cabo actualmente nombrado de la Nao en la provincia de Alicante (cf. MELA, Chor. II, 5, 91: Inde se in terras pelagus insinuat et primum magno impetu admissum, mox in duos sinus promuntorio quod Ferrariam uocant finditur). También recibía el nombre de Hemeroscopion (cf. Str.3 , 159).
[4] Gómez Miedes parece que con la expresión «la sal» alude no sólo al condimento en sentido propio, sino a su obra y su título abreviado. Cf. MIED.sal. proem.1,12: Nam cum primum hoc ipsum opus [...] sub Salis inscriptione Romae iam edi uoluit [...].
[5] Cf. Plu. Moralia, 627 c: «Las sales, en efecto, tienen grasa y a las lámparas las hacen arder mejor y a la propia agua de mar rociada sobre las llamas brilla en ella».
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Noticia enviada por Javier Ramos Maldonado
Diario de Ibiza » Pitiüses i Balears [7 de agosto de 2007]
Jaume Sastre Moll, historiador: «La sal es motivo de tesis»
Jaume Sastre Moll, historiador: «La sal es motivo de tesis»
Mallorquín de padres menorquines, este profesor de Historia de la UIB se ha hecho con el premio Vuit d´Agost gracias a la obra `L´exportació de sal i pega a les Pitiüses´.
EIVISSA |P. S. -¿Qué le llevó a realizar un trabajo sobre las salinas pitiusas y a presentarse a este premio?
-Estoy interesado en todas las islas del archipiélago balear desde siempre, los estudios históricos no pueden estar ceñidos a un único lugar. La sal me llamó la atención cuando llegó a mis manos un cuadernillo del Reino de Mallorca datado en el siglo XIV que explicaba el comercio que los ibicencos hacían con ella. Indagué en el tema y compuse el trabajo. Después me comentaron la posibilidad de presentarlo y así lo hice.
-¿Esperaba conseguir el premio?
-Fue una agradable sorpresa. Una alegría doble; por un lado por ganar un certamen tan importante en Balears, y por otro, por poder publicar el trabajo de investigación.
-¿Cuántas fuentes documentales utilizó para elaborar la obra?
-A partir de este cuadernillo rastreé todo el archivo del Reino de Mallorca y localicé unos 150 documentos que hacían referencia a la sal pitiusa, todos ellos escritos en latín o catalán antiguo, por lo que me tuve que poner manos a la obra y transcribir toda esta gran cantidad de información. Consultando todos estos documentos me he dado cuenta de que todo el tema de la sal es motivo de tesis.
-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la sal?
-La gran cantidad de sal que se producía en Eivissa y Formentera. Hay datos muy fiables que cifran en 50 toneladas la producción anual salinera. Es una barbaridad para aquella época y convierten a estas islas en las principales exportadoras de todo el Mediterráneo.
-¿Hasta dónde podía llegar el producto?
-La sal llegaba a, prácticamente, toda Europa. Eivissa y Formentera abastecían a todo el Mediterráneo occidental, principalmente a Génova y Venecia. Estas ciudades comerciaban después con la zona del Báltico que necesitaba grandes cantidades de sal para conservar el pescado. Además, existe constancia de que a Lisboa llegaba habitualmente este producto. Sin embargo, este comercio no es lo que más me ha sorprendido de la Eivissa del siglo XIV.
-¿Qué ha sido entonces?
-El hecho de que dentro de la propia ciudad de Eivissa existiera una colonia musulmana de unos 30 individuos que gozaban de total libertad y servían de enlace para los comerciantes bereberes que llegaban del norte de África en busca de sal. Esta comunidad es un dato sorprendente, nunca visto en el resto de Balears y que desvela que en Eivissa y Formentera existía un carácter de respeto y tolerancia muy interesante para aquellos años.
-¿En Balears se aprovecha correctamente el patrimonio histórico y cultural?
-Creo que hay que aprovecharlo mucho más porque es enorme. Las instituciones hacen su papel pero son necesarios más recursos para fomentar el trabajo de los historiadores y poder acercar el pasado a la sociedad. Además, es una forma para buscar otro tipo de turismo que venga para ver nuestro patrimonio arqueológico e histórico.
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"La sal en el arte y el diseño artístico"
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