Así nacieron los Comentarios sobre la sal de Gómez Miedes:
Cap. 107 del libro V: "Y para sellar tales y tantos misterios de la sal con un único y excelente ejemplo sobre ella, referiré un hecho muy hermoso y digno de eterna mención de cierto orador, que utilizó la sal de tal manera como símbolo en una competición, que por su elogio a la sal, no de palabra, sino de acción, consiguió no sólo el premio, sino también un renombre glorioso y sempiterno.
Sucedió en París, donde yo entonces me encontraba presente como alumno de filosofía y por ello lo narraré todo con absoluta fidelidad. Con motivo de la fiesta de la Virgen de la Concepción, que los franceses honran muy piadosamente, en cierto santuario suyo se propuso un premio extraordinario para quien hablara con más seriedad y excelencia en elogio de ella, con la condición, no obstante, de aceptar que la santa e inmaculada Virgen, no sólo por la pureza y el privilegio de su concepción, sino también por su sabiduría y todos los demás bienes excelentes de su naturaleza pura, era superior a todos los mortales. Y sobre este argumento difícil e inagotable muchísimos subieron al púlpito hablando con seriedad, extensión y elegancia.
En efecto, abarcadas las minucias de la naturaleza, desmenuzaban las virtudes propias de cada cosa, unos de las piedras, otros de los metales, no pocos de las plantas, muchos de los animales y estos mismos de cada una de las facultades de los elementos y astros celestes. Y estas virtudes, o bien como ejemplos o bien como analogías, ya como símbolos, ya como enigmas, las aplicaban en elogio grande y extraordinario de la Virgen, cuando aquel orador que dije se subió el último de todos al púlpito como para hablar. Y tras atraer hacia sí los ojos y la atención de todos, después de una larga demora y un silencio casi indecible, sacó de su bolsillo una esfera blanca y brillante de sal gema y, levantándola suspendida por una cordel de seda, dijo: DIXI (“he dicho”), y al punto se bajó del púlpito.
Esta acción al principio dejó a todos tan estupefactos que casi llegaron a despreciar e insultar el tema. Pero después de una larga meditación habida por estos mismos acerca de lo ocurrido y reflexionar sobre los misterios divinos acerca de la Virgen que se revelaban a través de las facultades de la sal y sus sentidos místicos saboreados en la imaginación, el presentador de la sal suscitó en todos tan increíble admiración, que se le concedió la victoria por unanimidad no sólo de los jueces, sino también de los espectadores.
En este círculo, que estaba formado por los hombres más expertos del mundo en todos los campos de las ciencias, si nuestros camaradas "contrarios a la sal" hubieran participado y oído los misterios tan numerosos de la sal que se decían, habrían renunciado en realidad a su insulsísima herejía contra la sal, mi querido Quintana, y habrían elogiado entonces con nosotros a la sal, tras cambiar de opinión.
Y dado que, después de lo que he dicho sobre la sal, ha quedado demostrado bastante y suficientemente, si no me equivoco, que no existe nada en parte alguna que no bañe a los mortales con su sal más útil y agradable, nada que no condimente a través de la sal el paladar tanto del espíritu como del cuerpo, nada, en fin, que sin sal no sea tan vacío como muy insípido, ¿qué más queda por decir sino que pongamos un techo a la obra emprendida? ¿Y qué más a excepción de que, coincidiendo con aquel eximio orador, en silencio y en actitud respetuosa dejemos a la vista y en los ánimos de todos, como si se tratara de la sal suspendida por el cordel, las cosas que he dicho sobre ella para que las saboreen, sopesen y examinen todos los interesados?"
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